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24 noviembre 2012

Salmo 92:9-12


Ciertamente tus enemigos, Señor, ciertamente tus enemigos perecerán; ¡dispersados por todas partes serán todos los malhechores! Me has dado las fuerzas de un toro; me has ungido con el mejor perfume. Me has hecho ver la caída de mis adversarios y oír la derrota de mis malvados enemigos. Como palmeras florecen los justos; como cedros del Líbano crecen. 

1 comentario:

Eduin Fernández Barroeta dijo...

Los que andan con celo en la obra de Dios, deben esperar estorbos del odio de los enemigos, y de los afectos equivocados de los amigos, y deben cuidarse de ambos.